Los límites de la ciencia, el juicio y la escucha activa
- María Ballesteros

- 5 abr 2022
- 1 Min. de lectura
La ciencia lleva anhelando, desde sus más confusos y confiados orígenes, dar una explicación y utilidad a los fenómenos naturales que el humano se encontraba en su camino ontológico. Cada tropiezo, desde el envenenamiento por la hierba medicinal hasta el tratamiento de las enfermedades autoinmunes, forma parte de la fase del ensayo-error, la comprobación de hipótesis en los sujetos (pacientes y héroes participantes del progreso) de los cuáles solo se desea la uniformidad categorial para la generalización de unos resultados, a menudo, intermitentes.
La medicina alivia la enfermedad, la física nos hace viajar, la biología alimentarnos, la química equilibrar la homeostasis de nuestro cuerpo... Gracias a estas disciplinas vivimos más y vivimos mejor. La investigación, la curiosidad y las ideas son las bases del avance; y aún así, no es suficiente.
"Existen muchas preguntas sobre el hombre que la ciencia nunca podrá responder", dice Czeslaw Milosz en el prólogo del delicioso libro "Catarsis", del doctor en medicina y pianista Andrzej Szczeklik.
La ciencia desea con ansiedad la exactitud, la exclusividad y la exhaustividad de las conductas. Queremos saber anticipadamente cómo reaccionará la persona ante un evento concreto y dar una explicación a lo que observamos en este momento. Casi, hasta nos convencemos de que podemos predecir lo que sucederá.
Parece que estamos obligados a mantener un consistente juicio de nuestro entorno y de cada gesto de los demás. Si las personas somos tan inefablemente complejas que ni la ciencia puede comprendernos, respetemos la individualidad y la unicidad de cada experiencia vital. Se dice que Epíteto evidenció, quizás con sorna: Tenemos dos oídos y una boca para escuchar el doble de lo que hablamos. -Por algo será.

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Gracias María por recordarnos que es mucho mas saludable y liberador utilizar nuestros sentidos y nuestro conocimiento para dejarnos sorprender y enriquecer con la presencia de las personas en nuestra vida. Abrirnos al misterio del otro sin prejuicios y con respeto, nos hace reconciliarnos con lo mas genuino que hay en nosotros, el amor.